El Sombrerón: A Canção Assombrada da Guatemala
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Sobre a História: El Sombrerón: A Canção Assombrada da Guatemala é um Lenda de guatemala ambientado no Século XIX. Este conto Dramático explora temas de Romance e é adequado para Adultos. Oferece Cultural perspectivas. Um pequeno homem misterioso com um grande chapéu tece maldições com canções assombrosas sob a luz do luar.
Aunque El Sombrerón desapareció esa madrugada, su leyenda perdura tan firme como los volcanes que vigilan Guatemala. En cada patio, las jóvenes trenzan cintas en su cabello como escudo, homenaje y defensa contra pretendientes invisibles. Incluso las novias dejan un solo mechón sin trenzar, para no invitar una melodía al trasluz de la ventana. El aroma de jazmín y café tostado sigue flotando al crepúsculo, recuerdo de noches en que la devoción y el terror danzaron juntos bajo el ala de un sombrero de copa baja.
Eruditos y narradores discuten si fue un mortal rechazado o un espíritu nacido de la tierra. Pero los aldeanos apenas se fijan en esas clasificaciones: saben que el amor puede florecer como orquídeas en un invernadero, y que el deseo desenfrenado puede enroscarse en el corazón como una vid. Las rosas en las aldabas provienen de las plantaciones de cacao —algunos dicen que manos invisibles las recogen— testimonio de un afecto tan persistente como inquietante.
Ahora, cuando una brisa fría agita los pinos y un único acorde de guitarra se desliza en el viento, se aseguran puertas y alumbran faroles. Los niños se callan para escuchar, y los ancianos se cruzan con una mirada cómplice. Comparten sus relatos en susurros, adornando detalles como artesanos que brocan mitos. Pero cada historia guarda una semilla de verdad: el poder de una melodía, el peso de una trenza, y el gran sombrero que puede eclipsar la razón.
Y así, bajo cielos estrellados y la atenta mirada de Tajumulco y Acatenango, la leyenda sigue su marcha. Nos recuerda que la línea que separa lo encantamiento del peligro es tan fina como un cabello, y que en el amor, como en el folclore, hay que andar con cuidado, no sea que una serenata nocturna nos deje irremediablemente cautivos.