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Acerca de la historia: El flautista de Hamelín es un Folktale de germany ambientado en el Medieval. Este relato Dramatic explora temas de Redemption y es adecuado para All Ages. Ofrece Moral perspectivas. Una historia atemporal de promesas rotas y lecciones aprendidas.
El Flautista de Hamelín
Había una vez, en el pintoresco pueblo de Hamelín, Alemania, una comunidad próspera situada a orillas del río Weser. El pueblo era conocido por sus calles pintorescas, encantadoras casas y bulliciosos mercados. Sin embargo, a pesar de su belleza, Hamelín estaba plagado por un terrible problema: las ratas.
Las ratas llegaban en masa, infestando hogares, negocios e incluso las calles. Roían la madera, devoraban suministros de alimentos y propagaban enfermedades. Los habitantes estaban al límite, habiendo probado todos los métodos imaginables para deshacerse de las plagas. Veneno, trampas e incluso gatos habían fracasado. La situación se volvió tan grave que el consejo municipal decidió ofrecer una recompensa considerable a quien pudiera resolver su problema.
Una mañana soleada, una figura misteriosa apareció en las puertas del pueblo. Ataviado con una capa multicolor que brillaba bajo la luz del sol, el extraño llevaba una flauta. Sus ojos brillaban con un destello de conocimiento mientras se acercaba al ayuntamiento, donde se reunían los miembros del consejo.
"He oído hablar de sus problemas", dijo el extraño, con una voz melódica y calmante. "Soy el Flautista de Hamelín, y poseo el poder para liberar a su pueblo de esta plaga."
Los miembros del consejo intercambiaron miradas escépticas, pero la desesperación los impulsó a escuchar. "¿Qué propone usted?" preguntó el alcalde.
"A cambio de mil guilders, guiaré a las ratas lejos de Hamelín", respondió el Flautista con confianza.
El consejo deliberó brevemente antes de acordar los términos. Con un asentimiento, el Flautista levantó su flauta a sus labios y comenzó a tocar una melodía inquietante. Las notas flotaron en el aire, cautivando cada oído. Casi de inmediato, las ratas emergieron de sus escondites, atraídas por la música.
One by one, the rats followed the Piper as he walked through the streets of Hamelin, playing his tune. The townspeople watched in awe as the vermin trailed behind him, entranced by the sound. The Piper led them out of the town and towards the river. There, he continued to play, guiding the rats into the water, where they drowned.
Con el pueblo finalmente libre de ratas, el Flautista regresó para reclamar su recompensa. Sin embargo, el consejo, ahora libre de su problema, rehusó cumplir su promesa. Solo ofrecieron al Flautista cincuenta guilders, una fracción de la suma acordada.
Los ojos del Flautista se oscurecieron de ira. "Se arrepentirán de esto", advirtió, pero el consejo lo despidió, riéndose de sus amenazas.
Sin decir una palabra más, el Flautista dejó el pueblo. Al día siguiente, regresó, esta vez con una melodía diferente. Mientras tocaba, los niños de Hamelín comenzaron a seguirlo, al igual que las ratas lo habían hecho. Los habitantes miraron horrorizados cómo sus hijos e hijas, encantados por la música del Flautista, marchaban fuera del pueblo.
El Flautista condujo a los niños hacia las montañas, donde desaparecieron en una cueva. La música se detuvo y los niños se esfumaron. Los padres, llenos de pánico, buscaron desesperadamente, pero ya era tarde. El Flautista y los niños habían desaparecido sin dejar rastro.
Pasaron los años y Hamelín nunca se recuperó de la pérdida. El nombre del pueblo se volvió sinónimo de promesas incumplidas y las consecuencias del engaño. La historia del Flautista de Hamelín se transmitió de generación en generación como una historia de advertencia, un recordatorio del precio de la deshonestidad.
Años después del incidente, una mujer anciana que había presenciado los eventos en su juventud decidió escribir toda la historia. Detalló cada momento vívidamente, esperando que la lección fuera aprendida por las futuras generaciones. Su manuscrito se convirtió en un tesoro apreciado, leído a cada niño en Hamelín como una advertencia contra el incumplimiento de la palabra.
En un invierno especialmente duro, un erudito de una tierra lejana visitó Hamelín. Fascinado por el cuento, buscó a la anciana para escuchar su relato de primera mano. Ella accedió, relatando los eventos con la misma claridad y emoción de años anteriores.
"Yo era solo una niña entonces", comenzó, su voz temblando por la edad pero aún clara. "Recuerdo los ojos del Flautista. Había algo de otro mundo en él, un poder más allá de nuestra comprensión. Cuando tocó esa segunda melodía, la que se llevó a nuestros niños, fue como un hechizo. Ninguno pudo resistirse."
El erudito escuchó atentamente, tomando notas meticulosas. Preguntó sobre la cueva en las montañas, pero la mujer negó con la cabeza. "Ninguno de los que entraron volvió. Se dice que es una puerta a otro reino, pero nadie lo sabe con certeza."
Intrigado, el erudito se aventuró en las montañas, esperando desentrañar el misterio. Buscó durante días, enfrentándose a caminos traicioneros y un frío cortante, pero no encontró rastro de la cueva. Desanimado, regresó a Hamelín, donde continuó estudiando el manuscrito de la mujer.
Mientras revisaba el texto, el erudito notó algo peculiar. Escondidos dentro del detallado relato de la mujer había símbolos crípticos y notas, casi como si ella intentara comunicar un mensaje secreto. Descifró los símbolos, que lo llevaron a un viejo roble cerca del río. Allí, encontró un pequeño cofre enterrado bajo sus raíces.
Dentro del cofre había reliquias del pasado: un zapato de niño, una flauta diminuta y una carta. La carta, escrita por el propio Flautista, revelaba la verdadera naturaleza de su poder. No era simplemente un hombre, sino un ser de magia antigua, ligado por un juramento para responder al llamado de los necesitados. Sin embargo, la traición de los habitantes lo había liberado de su juramento, permitiéndole ejecutar su venganza.
El erudito compartió su descubrimiento con los habitantes del pueblo, y las reliquias fueron colocadas en el museo local como recordatorio de su historia. Hamelín comenzó a reconstruirse lentamente, guiado por las lecciones del pasado.
Generaciones más tarde, la historia del Flautista de Hamelín seguía siendo una parte central de la identidad del pueblo. El pueblo prosperó, su gente unida por una comprensión común de la importancia de la confianza y la integridad. Se celebraban festivales anuales, donde se recreaba la historia y los niños tocaban melodías en sus flautas, símbolo de su conexión con el pasado.
Un verano, durante el festival anual, un niño llamado Erik se sintió inexplicablemente atraído por una melodía que nadie más podía oír. Curioso, siguió el sonido hasta el viejo roble junto al río. Allí, se encontró con una figura vestida con una capa multicolor familiar.
"¿Eres el Flautista de Hamelín?" preguntó Erik, con la voz temblando de miedo y emoción.
La figura sonrió, sus ojos brillando con el mismo destello de conocimiento. "Lo soy", respondió. "Y he regresado, no por venganza, sino para asegurarme de que la promesa hecha hace mucho tiempo finalmente se cumpla."
Erik escuchó mientras el Flautista explicaba que los mil guilders, impagados siglos atrás, habían dejado una maldición sobre el pueblo. Solo cumpliendo la promesa se podría levantar la maldición. El niño, sabio más allá de sus años, transmitió el mensaje del Flautista al consejo municipal.
El consejo, ahora compuesto por ancianos que habían crecido con la historia, entendió la gravedad de la situación. Reunieron la suma, ahora valiendo mucho más que la cantidad original, y la colocaron a los pies del viejo roble. El Flautista apareció, aceptando el pago con un asentimiento de satisfacción.
La maldición se levantó y Hamelín floreció como nunca antes. El río brillaba, los campos producían cosechas abundantes y la gente vivía en armonía. La historia del Flautista de Hamelín ya no era una historia de advertencia, sino de redención y del poder de cumplir con la palabra dada.
Años más tarde, Erik, ya anciano, se sentaba junto al mismo roble, contando la historia a sus nietos. "Recuerden", decía, "una promesa hecha siempre debe cumplirse, pues es la base de la confianza y la esencia de nuestra humanidad."
Los niños escuchaban con ojos abiertos, la melodía de la flauta del Flautista resonando suavemente en sus mentes. Hamelín había aprendido su lección, y el legado del Flautista de Hamelín perduraba, testimonio del poder duradero de la integridad y la magia atemporal de una promesa cumplida.
**Fin.**