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Acerca de la historia: Los Pueblos Ocultos de Hólavellir es un Legend de iceland ambientado en el Contemporary. Este relato Dramatic explora temas de Redemption y es adecuado para Adults. Ofrece Moral perspectivas. Un viaje místico a la magia oculta de Islandia y el precio de la curiosidad.
Las Personas Ocultas de Hólavellir
Las tierras altas de Islandia son un lugar de belleza feroz, donde los bordes crudos de la tierra permanecen intactos por el tiempo. Hólavellir, un valle aislado escondido entre montañas dentadas y antiguos campos de lava, es uno de estos lugares indómitos. El aire está cargado de misterio, y las leyendas de las huldufólk—Las Personas Ocultas—están entrelazadas en cada susurro del viento, en cada crujido de la tierra.
Esta es una historia de lo que yace oculto, de las fuerzas invisibles que moldean no solo la tierra sino también los corazones de aquellos que se atreven a explorarla.
El Llamado a Hólavellir
Freyja no era ajena al folclore islandés. Folklorista de profesión, había pasado años revisando manuscritos polvorientos, escuchando a agricultores ancianos relatar cuentos de elfos y espíritus. Pero Hólavellir era diferente. No era solo un lugar de historias, sino un lugar donde las historias respiraban.
Cuando surgió la oportunidad de visitar Hólavellir, Freyja la aprovechó de inmediato. Llegó a finales de otoño, cuando los días eran cortos y las auroras boreales danzaban en el cielo. El pequeño pueblo al borde del valle parecía un lugar suspendido en el tiempo. Caminos de adoquines serpenteaban entre cabañas con techos de pasto, y un solo campanario de iglesia sonaba débilmente a lo lejos.
Los lugareños recibieron a Freyja con sonrisas corteses pero mantuvieron su distancia. No fue hasta que una anciana llamada Inga, la guardiana no oficial de los secretos del valle, se le acercó que Freyja comprendió la magnitud de su misión.
“Respétalos,” dijo Inga, su mano nudosa sujetando el brazo de Freyja. “Las Personas Ocultas lo observan todo. Si sienten falta de respeto, no perdonarán.”

Las Colinas Susurrantes
Los primeros días de Freyja transcurrieron sin novedades. Exploró los bordes del valle, anotando observaciones sobre el paisaje: la forma en que el musgo brillaba débilmente bajo la luz de la luna, la peculiar quietud en el aire y la cualidad casi musical del viento. Sentía como si la estuvieran observando, aunque no veía a nadie.
No fue hasta su cuarta tarde que algo cambió. Mientras caminaba cerca de las colinas, lo oyó: una melodía suave y melodiosa flotando en el aire. No era el viento. Era demasiado deliberada, demasiado hermosamente inquietante. Siguiendo el sonido, Freyja se encontró en un círculo de piedras, cuyas superficies estaban grabadas con símbolos que no podía descifrar.
Mientras permanecía allí, el aire cambió. Una sombra parpadeó al borde de su visión, demasiado rápida para ser humana. Freyja llamó, pero solo el eco de su voz respondió.
Hacia lo Desconocido
Esa noche, Freyja no pudo dormir. La melodía y los símbolos atormentaban sus pensamientos. Al día siguiente, regresó al círculo de piedras, esta vez armada con su cámara y un pequeño diario. Mientras esbozaba los símbolos, sintió que el suelo temblaba levemente bajo sus pies. Una grieta, apenas lo suficientemente ancha para que ella pudiera atravesarla, apareció en la roca más grande.
Con el corazón latiendo con fuerza, miró dentro. Lo que vio desafiaba la lógica. Más allá de la grieta se extendía un valle bañado en luz dorada, con árboles que brillaban como si estuvieran hechos de cristal. Arroyos de agua resplandecían como oro líquido, y extrañas criaturas etéreas revoloteaban entre las ramas.
Reuniendo su coraje, Freyja atravesó la grieta. El aire al otro lado era cálido y llevaba el aroma de flores silvestres. Sentía una energía extraña, como si el mismo suelo vibrara con vida.

La Emergencia de las Personas Ocultas
Freyja regresó al valle varias veces durante la semana siguiente, cada vez adentrándose más. No fue hasta su séptima visita que finalmente las vio. Una figura salió de detrás de un árbol, alta e increíblemente elegante, con rasgos que brillaban como si estuvieran hechos de luz lunar.
“Bienvenida,” dijo la figura, su voz como el tintineo de campanas lejanas. “Soy Lára, guardiana de este reino.”
Freyja quedó sin palabras. Había preparado este momento toda su vida, pero las palabras la abandonaron. Lára sonrió, su expresión tanto amable como enigmática. “Te hemos observado, Freyja. Caminas la línea entre la curiosidad y el respeto. Por eso se te permitió encontrarnos.”
Durante las siguientes horas, Lára reveló las verdades detrás de las leyendas. Las Personas Ocultas no eran meros mitos; eran los protectores del frágil equilibrio de Islandia. Su magia mantenía viva la tierra, su presencia entrelazada en el propio tejido de la tierra.
El Costo del Conocimiento
Mientras Freyja escuchaba, comprendió la gravedad de su descubrimiento. Las huldufólk no eran seres para ser explotados o estudiados como especímenes; eran guardianes de algo mucho mayor. Pero las palabras de Lára llevaban una advertencia.
“Nuestro mundo y el tuyo están entrelazados,” dijeron. “Si perturban el equilibrio, ambos sufrirán.”
Antes de que Freyja se marchara, Lára le dio un regalo: una piedra pequeña, lisa y fría al tacto, con los mismos símbolos que estaban grabados en las piedras que había encontrado antes. “Esto te ayudará a ver con claridad,” dijo Lára. “Pero recuerda—la claridad es tanto una bendición como una carga.”

Una Tormenta Creciente
Freyja regresó al pueblo, su mente cargada con lo que había aprendido. Escribió febrilmente, llenando página tras página con notas, bocetos y reflexiones. Pero su trabajo no pasó desapercibido. Pronto, la noticia de su descubrimiento se difundió, atrayendo la atención de periodistas e investigadores.
Lo que comenzó como un goteo se convirtió en un diluvio. Turistas y científicos descendieron sobre Hólavellir, ansiosos por descubrir sus secretos. Los aldeanos estaban furiosos, culpando a Freyja por la intrusión. Inga la confrontó una tarde, con lágrimas corriendo por su rostro.
“Las has traicionado,” dijo Inga. “Confiaron en ti, y mira lo que has hecho.”
Freyja sintió una punzada de culpa, pero no fue hasta que volvió a visitar el valle oculto que entendió el verdadero costo. El paisaje, antes vibrante, se estaba desvaneciendo. Los arroyos ya no brillaban, el aire estaba cargado de tristeza, y las Personas Ocultas no se encontraban por ningún lado.
Redención y Sacrificio
Desesperada por enmendar las cosas, Freyja regresó al círculo de piedras con una ofrenda. Pasó días creando un libro—escrito a mano, ilustrado y encuadernado con cuidado. Era su disculpa, su manera de mostrar a las huldufólk que entendía su error.
Colocó el libro en el centro del círculo de piedras y se arrodilló, con el corazón acelerado. “Por favor,” susurró. “No quise que esto sucediera. Quiero proteger este lugar, no destruirlo.”
El suelo tembló, y Lára apareció, su expresión inescrutable. Recogieron el libro, hojeando sus páginas. Finalmente, hablaron. “Tus intenciones fueron buenas, pero las intenciones no son suficientes. El equilibrio debe ser restaurado.”
Con un gesto de su mano, Lára restauró la vitalidad del valle. Pero advirtieron a Freyja que el equilibrio seguía siendo frágil. “Esta tierra no es tuya para reclamar. Es nuestra para proteger. Diles a tu gente esto, o desapareceremos para siempre.”

El Legado de Hólavellir
Freyja permaneció en Hólavellir el resto de su vida, dedicándose a preservar su belleza y sus secretos. Su libro, “Las Personas Ocultas de Hólavellir”, se convirtió en una obra preciada, leída por aquellos que buscan entender la delicada danza entre los humanos y lo invisible.
Aunque Freyja ha fallecido hace tiempo, el valle permanece intacto. En noches tranquilas, los aldeanos dicen que aún se puede oír la risa tenue de las huldufólk, llevada por el viento. Y si tienes suerte, podrías vislumbrar una figura resplandeciente observando desde las sombras, un recordatorio de la magia oculta que da vida a la tierra.