El libro de la selva
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Acerca de la historia: El libro de la selva es un Folktale de india ambientado en el 19th Century. Este relato Descriptive explora temas de Nature y es adecuado para Children. Ofrece Moral perspectivas. La historia de un niño en su viaje de supervivencia y amistad en el corazón de la selva.
Había una vez, en el corazón de la jungla india, un hombre-cachorro llamado Mowgli fue encontrado por una manada de lobos. Shere Khan, el temible tigre, lo había expulsado de su aldea. Los lobos, liderados por Akela el sabio, sintieron pena por el niño abandonado y decidieron criarlo como uno de los suyos. Mowgli creció aprendiendo las costumbres de la jungla, guiado por sus leales amigos, Bagheera la pantera y Baloo el oso.
A medida que Mowgli crecía, su sentido de la aventura lo llevaba a explorar más profundamente la jungla. Trepaba árboles, nadaba en ríos y jugaba con los demás animales jóvenes. Pero la jungla no era solo un lugar de diversión y juegos. Era un lugar de reglas y peligros, donde cada criatura tenía que valerse por sí misma. Baloo, quien era un mentor firme pero afectuoso, enseñó a Mowgli la Ley de la Jungla, asegurándose de que supiera cómo sobrevivir.
Una tarde soleada, Mowgli y Baloo descansaban junto al río, disfrutando del calor del día. Baloo comenzó a cantar una canción, enseñándole a Mowgli sobre las diferentes frutas y panales de miel que podían encontrar en el bosque.
"Mira las necesidades básicas, las simples necesidades básicas", tarareó Baloo, rascándose la espalda contra el tronco de un árbol. Mowgli se rió y se unió, su joven voz mezclándose con los tonos profundos del canto del oso.

Su momento de paz fue interrumpido por Bagheera, que emergió de las sombras, su elegante figura mezclándose perfectamente con la maleza. "Mowgli, Baloo, debemos ser cautelosos. Se ha visto a Shere Khan cerca de la cascada. Todavía está cazando al hombre-cachorro", advirtió Bagheera, sus ojos dorados brillando con preocupación.
El corazón de Mowgli dio un vuelco. Había escuchado muchas historias sobre la crueldad y la fuerza del tigre. Shere Khan odiaba a los humanos y consideraba a Mowgli una abominación en la jungla. A pesar de la protección de los lobos, Mowgli sabía que tendría que enfrentarse al tigre algún día.
Al caer la noche, la jungla cobraba vida con los sonidos de grillos y aullidos lejanos. Mowgli yacía en su cueva, mirando las estrellas a través de una abertura en las rocas. Se preguntaba sobre la aldea humana que nunca había visto, el lugar donde había nacido. Pero su corazón pertenecía a la jungla, a sus amigos y a su familia entre los árboles y los ríos.
Al día siguiente, Mowgli partió con Bagheera para visitar a Hathi, el viejo elefante sabio que lideraba el rebaño de la jungla. Caminaban durante horas, cruzando ríos y subiendo colinas, hasta que encontraron a Hathi y su rebaño pastando cerca de un gran árbol de banyan.
"Hathi, necesitamos tu consejo", dijo Bagheera, inclinándose respetuosamente. "Shere Khan se vuelve más audaz cada día. ¿Cómo podemos mantener a Mowgli a salvo?"
El viejo elefante, con sus colmillos largos y gastados, observó a Mowgli con ojos amables. "La jungla es un lugar peligroso para un hombre-cachorro. Pero tú tienes el corazón de un lobo y la mente de un hombre. Úsalos sabiamente. Confía en tus amigos, pero también aprende a estar solo. Llegará un momento en que deberás enfrentarte a Shere Khan, y cuando ese momento llegue, estarás listo."

Mowgli asintió, absorbiendo las palabras de Hathi. Sintió una oleada de determinación. No huiría del tigre para siempre. Aprendería a defenderse y a proteger a su familia en la jungla.
Los días se convirtieron en semanas, y Mowgli continuó su entrenamiento. Baloo le enseñó a usar su fuerza, mientras Bagheera perfeccionaba su agilidad y sigilo. Aprendió a leer los signos de la jungla, a escuchar los susurros del viento y el crujir de las hojas. Incluso practicó el artesanato de herramientas y armas con los materiales que encontraba en el bosque.
Una tarde, mientras el sol se ocultaba en el horizonte, proyectando un resplandor dorado sobre la jungla, Mowgli percibió un cambio en el aire. Los animales estaban inquietos, sus movimientos nerviosos. Trepó a la cima de un árbol alto y escudriñó el horizonte. A lo lejos, vio una columna de humo elevándose desde la aldea humana. Era una vista que nunca había visto antes, y la curiosidad lo impulsó.
"Bagheera, ¿qué está pasando en la aldea?" preguntó Mowgli mientras la pantera se unía a él en la rama.
"Los aldeanos se están preparando para su festival", respondió Bagheera. "Celebran con fuego y danza, pero también puede ser un momento peligroso. El fuego es tanto un amigo como un enemigo en la jungla."
Mowgli observó las llamas distantes, fascinado pero cauteloso. El fuego era una fuerza poderosa, que podía proteger pero también destruir. Sabía que era un arma que podría usarse contra Shere Khan, pero no estaba exenta de riesgos.
Esa noche, mientras la jungla resonaba con los sonidos de la celebración de la aldea, Mowgli tuvo un sueño vívido. Se veía a sí mismo de pie en una cornisa rocosa, sosteniendo una rama en llamas. Debajo de él, Shere Khan merodeaba, sus ojos brillando con malicia. Mowgli se mantenía firme, sin miedo, el fuego formando un círculo protector a su alrededor.

El sueño le dejó un sentido de propósito. Despertó decidido a encontrar una manera de aprovechar el poder del fuego. Con la ayuda de Baloo y Bagheera, reunió madera seca y hojas, aprendiendo a crear chispas usando piedras. Fue un proceso laborioso, pero la determinación de Mowgli no flaqueó. Después de varios intentos, finalmente logró crear una pequeña llama.
"Bien hecho, hermanito", elogió Bagheera, observando la luz parpadeante del fuego. "Pero recuerda, el fuego es peligroso. Debes usarlo con sabiduría."
Mowgli asintió, sus ojos reflejando las llamas danzantes. Sabía que el fuego era una espada de doble filo, una herramienta que requería respeto y precaución. Practicó controlándolo, asegurándose de poder crear y extinguirlo a voluntad.
El día del enfrentamiento llegó antes de lo esperado. Shere Khan, cansado de esperar, lanzó un ataque sorpresa en el territorio de la manada de lobos. La jungla estalló en caos mientras los animales huían y los lobos se organizaban para defender su hogar. Mowgli, armado con su nueva habilidad, agarró una rama en llamas y corrió hacia la conmoción.
Encontró a Shere Khan en un claro, su enorme figura iluminada por las llamas. El rugido del tigre resonó entre los árboles, un sonido aterrador que le puso los pelos de punta a Mowgli. Pero él se mantuvo firme, levantando la rama en llamas en alto.
"¡Shere Khan, deja en paz a mi familia!" gritó Mowgli, su voz firme a pesar del miedo que le carcomía.

Los ojos del tigre se entrecerraron mientras observaba al hombre-cachorro. "¿Te atreves a desafiarme, humano?" gruñó Shere Khan, sus músculos tensándose para dar el salto.
Mowgli se mantuvo firme, el fuego brillando intensamente en su mano. "Esta es mi casa, y la protegeré."
Con un gruñido, Shere Khan se lanzó contra Mowgli, pero las llamas lo mantenían a raya. El tigre rodeaba, buscando una abertura, pero Mowgli se movía con él, manteniendo el fuego entre ellos. La jungla observaba en silencio tenso mientras los dos adversarios se enfrentaban.
Finalmente, con un rugido de frustración, Shere Khan se retiró hacia las sombras. El fuego había sido demasiado para él, y desapareció en la noche, derrotado por ahora. Mowgli permaneció victorioso, su corazón latía con fuerza por la adrenalina.
Los lobos y otras criaturas de la jungla emergieron de sus escondites, animando al valiente hombre-cachorro que los había defendido. Akela, el sabio líder, se acercó a Mowgli y puso una pata en su hombro.
"Has hecho bien, Mowgli. Te has demostrado como uno de nosotros", dijo Akela, su voz llenándose de orgullo.
Mowgli sonrió, sintiendo un profundo sentido de pertenencia. La jungla era su hogar, y haría cualquier cosa para protegerla. Sabía que los desafíos continuarían llegando, pero con sus amigos a su lado y la fuerza de la jungla dentro de él, estaba listo para cualquier cosa.
Al amanecer, cuando el sol se elevaba sobre el horizonte, proyectando una nueva luz sobre la jungla, Mowgli se mantenía erguido, sabiendo que su viaje estaba lejos de terminar. Aún quedaban muchas aventuras por vivir, muchas lecciones por aprender. Pero él ya no era solo un hombre-cachorro. Era un verdadero hijo de la jungla.
Y así, la historia de Mowgli, el valiente hombre-cachorro, continuó, llena de la promesa de nuevos comienzos y el vínculo inquebrantable entre él y el mundo salvaje e indomable que él llamaba hogar.