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Acerca de la historia: Las aventuras de Kotlboke es un Fantasy de germany ambientado en el Medieval. Este relato Dramatic explora temas de Courage y es adecuado para All Ages. Ofrece Entertaining perspectivas. Una épica aventura a través del reino perdido de Umbra, donde el coraje y la amistad forjan el destino.
En el pintoresco pueblo de Eichenwald, enclavado en lo profundo del campo alemán, la vida parecía casi atemporal. Calles empedradas serpenteaban junto a casas pintorescas de techos de paja, y la vida de los aldeanos giraba en torno a la agricultura, las narraciones de historias y las festividades ocasionales. Para Kotlboke, un chico curioso y aventurero de quince años, Eichenwald a menudo se sentía demasiado pequeño, demasiado ordinario. Anhelaba lo extraordinario, algo que pudiera romper la monotonía de la vida en el pueblo.
Una tarde tormentosa, mientras las gotas de lluvia golpeaban los ventanales, Kotlboke se sintió atraído por el ático de su abuelo, el señor Klaus, un lugar lleno de antiguos tesoros e historias olvidadas. Poco sabía él que esta visita lo llevaría a la aventura de su vida.
El ático era un reino propio, envuelto en sombras y el olor a madera envejecida. La luz del sol se filtraba a través de una ventana rajada, iluminando motas de polvo que danzaban como pequeños espíritus. Mientras Kotlboke revisaba cajas de cartas amarillentas, baratijas rotas y fotografías desvanecidas, su mano cayó sobre un pesado libro encuadernado en cuero. La portada no tenía título, pero la artesanía sugería que contenía algo importante. Al abrir el libro, un mapa viejo y quebradizo se deslizó fuera, su pergamino crujía bajo su toque. El mapa representaba paisajes y símbolos desconocidos, con letras en negrita en el centro: "Das verlorene Reich von Umbra" (El Reino Perdido de Umbra). Sus esquinas estaban adornadas con runas que parecían palpitar débilmente, como si estuvieran vivas. Emocionado y curioso, Kotlboke corrió para mostrar el mapa al señor Klaus, quien estaba leyendo junto al fuego. Cuando el anciano vio el mapa, su rostro palideció y sus manos temblaron al tomarlo de Kotlboke. “Esto... esto es el Mapa de Umbra,” susurró Klaus. “Conduce a una tierra de maravillas y peligros incalculables. Esperaba que estuviera perdido para siempre.” Klaus contó a Kotlboke historias sobre Umbra, un reino olvidado lleno de tesoros y secretos, pero le advirtió sobre los peligros que aguardaban a cualquiera que se atreviera a seguir el mapa. Sin embargo, Kotlboke no pudo resistir el llamado de la aventura. Armado con el mapa, una linterna y su confiable bastón, decidió embarcarse en el viaje al amanecer. El aire matutino estaba fresco cuando Kotlboke dejó Eichenwald, el pueblo aún dormido bajo un manto de neblina. Siguió las indicaciones del mapa, atravesando el denso bosque que bordeaba el pueblo. El bosque vivía con el susurro de las hojas, el canto de los pájaros y el crujir ocasional de una ramita bajo sus pies. Después de horas de caminata, llegó a un imponente arco de piedra cubierto de musgo y enredaderas. Era antiguo, su superficie grabada con runas brillantes idénticas a las del mapa. Al vacilar frente al arco, una ráfaga de viento pareció empujarlo hacia adelante. Cuando cruzó, el mundo a su alrededor se transformó. El aire se volvió más cálido y el bosque se abrió en un prado impresionante. La hierba era de un verde imposible y las flores brillaban con colores que nunca había visto. Una voz profunda y resonante interrumpió su asombro. “¿Quién osa entrar a las tierras de Umbra?” Frente a él se erguía una criatura masiva, parte oso, parte hombre, con ojos dorados que parecían penetrar su alma. La criatura se presentó como el Guardián de Umbra, encargado de probar a aquellos que buscaban entrar. “Para demostrar tu valía, debes responder mi enigma,” dijo, su voz un retumbo que hacía temblar el suelo. El Guardián recitó: “¿Qué tiene raíces que nadie ve, es más alto que los árboles, sube y sube, y sin embargo nunca crece?” Kotlboke frunció el ceño, su mente corría. Después de un momento, sonrió y respondió, “Una montaña.” El Guardián asintió, una chispa de aprobación en sus ojos. “Puedes pasar, pero ten en cuenta esto: el camino adelante te pondrá a prueba de maneras que aún no puedes imaginar.” Con eso, la criatura se apartó, revelando un sendero sinuoso que conducía más profundamente en el misterioso reino de Umbra. Kotlboke no había recorrido mucho cuando escuchó el estiramiento de una cuerda de arco. Una flecha pasó zumbando cerca de su oreja, incrustándose en un árbol cercano. Sobresaltado, se volvió para ver a una chica emerger de las sombras. Era de su edad, con ojos agudos y un porte confiado. “Pensé que eras un Schattenlord,” dijo, bajando su arco. “Soy Elise, y también estoy buscando los tesoros de Umbra.” Elise explicó que había estado siguiendo rumores sobre Umbra durante años, impulsada por el deseo de encontrar una cura para su hermano enfermo. Aunque Kotlboke dudaba en confiar en ella al principio, su conocimiento de la supervivencia y sus agudos instintos pronto demostraron ser invaluables. Juntos, viajaron a través de los diversos paisajes de Umbra: prados brillantes, bosques sombríos y pantanos turbios llenos de criaturas extrañas. Su vínculo se fortaleció mientras compartían historias y se protegían mutuamente de los peligros de la tierra. Después de días de viaje, llegaron a las afueras de Umbra, donde una masiva puerta de piedra marcaba la entrada al reino. La puerta llevaba una inscripción: “Solo los dignos pueden pasar.” Para entrar, tenían que completar tres pruebas. La primera era un puente custodiado por caballeros espectrales, que exigían prueba de su valor. Kotlboke y Elise enfrentaron sus miedos, caminando mientras las espadas fantasmales de los caballeros oscilaban peligrosamente cerca. La segunda prueba era un laberinto que cambiaba con cada paso. Trabajaron juntos para resolver sus acertijos, usando tanto la lógica como la intuición para encontrar su camino. La prueba final fue la más desafiante. Se les pidió que renunciaran a un objeto de gran valor personal. Elise entregó su relicario, que contenía una foto de su familia, mientras Kotlboke ofrecía el mapa que lo había traído hasta allí. Su desinterés abrió las puertas, y el reino de Umbra se presentó ante ellos. Umbra era un espectáculo impresionante. Altísimos pináculos de cristal y oro se alzaban contra el cielo, y las calles estaban alineadas con intrincados grabados y piedras brillantes. Pero la belleza tenía un matiz de peligro. Sombras parpadeaban en los bordes de su visión, y el aire se volvía pesado con una amenaza invisible. Su exploración fue interrumpida por los Schattenlords, figuras sombrías con ojos rojos brillantes. Las criaturas atacaron con una eficiencia despiadada, obligando a Kotlboke y Elise a luchar por sus vidas. Las flechas de Elise volaban con precisión, mientras Kotlboke usaba su entorno para engañar a sus enemigos. Aunque victoriosos, quedaron magullados y exhaustos. Continuaron, sabiendo que el corazón del reino estaba cerca. En la cámara más profunda del palacio central de Umbra, encontraron el tesoro: un orbe de cristal que pulsaba con una luz de otro mundo. Al tocarlo, visiones llenaron su mente: mapas de reinos distantes, secretos del pasado y soluciones a los mayores desafíos de la humanidad. Pero antes de que pudieran reclamar el orbe, el suelo tembló. Una serpiente colosal, sus escamas brillando como diamantes negros, emergió para proteger el tesoro. La batalla contra la serpiente fue su mayor prueba. Elise disparaba flecha tras flecha, apuntando a sus ojos, mientras Kotlboke usaba la luz del orbe para cegar y confundir a la criatura. La lucha fue agotadora, pero con una última flecha bien colocada, Elise alcanzó la vulnerable garganta de la serpiente. La serpiente lanzó un rugido ensordecedor antes de colapsar, su cuerpo disolviéndose en cenizas. El tesoro era suyo, pero sabían que su poder no debía tomarse a la ligera. Regresando a Eichenwald, Kotlboke y Elise compartieron el conocimiento del orbe con los aldeanos. Trajo nueva esperanza a la comunidad, curando enfermedades y revelando secretos que mejoraron sus vidas. Kotlboke y Elise se convirtieron en héroes locales, aunque sus corazones seguían anhelando aventuras. Sabían que esto era solo el comienzo de su historia. El mapa había sido una puerta a una aventura, pero el mundo estaba lleno de misterios esperando ser descubiertos.El Mapa de Umbra
A través del Arco
El Enigma del Guardián
Un Nuevo Compañero
Comienzan las Pruebas
El Reino de las Sombras
El Orbe del Conocimiento
La Ira de la Serpiente
Un Legado para Eichenwald