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11 min

Jack y las Habichuelas Mágicas
A vibrant and detailed scene introducing the story of Jack and the Beanstalk in a quaint medieval village.

Acerca de la historia: Jack y las Habichuelas Mágicas es un Fairy Tale de united-kingdom ambientado en el Medieval. Este relato Descriptive explora temas de Courage y es adecuado para Children. Ofrece Educational perspectivas. La atrevida aventura de Jack hacia una tierra de gigantes y tesoros ocultos.

Capítulo 1: Los Momentos Difíciles

Había una vez, en un pintoresco pueblo enclavado entre colinas ondulantes y densos bosques, vivía un joven llamado Jack con su madre viuda. Eran muy pobres, teniendo solo una vaca llamada Blanca-Leche. La madre de Jack, una mujer amable y trabajadora, hacía todo lo posible por llegar a fin de mes, pero su situación era desesperada. Cada día era una lucha, con poca o ninguna comida en la mesa.

—Jack, necesitamos vender a Blanca-Leche —dijo su madre un día, con lágrimas brillando en sus ojos—. No nos queda dinero y debemos comprar comida.

Jack amaba profundamente a Blanca-Leche. Recordaba los días en que ella les proporcionaba leche, suficiente para sostenerlos en los tiempos más difíciles. Pero sabía que su madre tenía razón. No les quedaba nada más que vender.

—Entiendo, madre —respondió Jack, aunque su corazón estaba pesado—. Llevaré a Blanca-Leche al mercado y la venderé.

Jack partió temprano a la mañana siguiente, conduciendo a la vaca por el camino sinuoso que conducía al mercado del pueblo. Esperaba encontrar un comprador justo que le diera suficiente dinero para que pudieran sobrevivir un tiempo.

Capítulo 2: Los Frijoles Misteriosos

En su camino al mercado, Jack se encontró con un anciano extraño. El hombre tenía una larga barba fluida y vestía ropas harapientas, pero sus ojos brillaban con una luz extraña.

—Buen día, joven —saludó el hombre a Jack con una sonrisa—. ¿A dónde llevas a esa fina vaca?

—La llevo al mercado para venderla —respondió Jack—. Necesitamos el dinero para comprar comida.

El anciano se acarició la barba pensativamente. —¿Y si te dijera que tengo algo aún más valioso que el dinero? —preguntó, sacando una pequeña bolsa. Dentro había cinco frijoles que brillaban con un resplandor de otro mundo—. Estos son frijoles mágicos. Plántalos y te traerán una gran fortuna.

Jack era escéptico pero también curioso. Los frijoles parecían mágicos, y algo en el anciano le inspiraba confianza. Pensó en las posibilidades que los frijoles podrían traer.

—Está bien, te cambio la vaca por los frijoles —decidió Jack, entregando la cuerda de Blanca-Leche.

El anciano sonrió y le entregó los frijoles. —No te arrepentirás —dijo antes de desaparecer por el camino.

Jack corrió a casa, ansioso por mostrarle a su madre los frijoles y contarle sobre el anciano.

—¡Madre, mira esto! —exclamó, irrumpiendo por la puerta—. ¡Son frijoles mágicos!

La madre de Jack miró los frijoles incrédula. —Jack, ¿qué has hecho? —gritó desesperada—. ¿Cambiaste nuestra vaca por estos frijoles sin valor? Con enojo, arrebató los frijoles de Jack y los tiró por la ventana—. Ahora no tenemos nada —dijo, con la voz temblando de frustración y tristeza. Mandó a Jack a la cama sin cena, sintiendo el peso de su situación desesperada.

La enorme planta de frijoles que crece fuera de la ventana de Jack, extendiéndose alto hacia el cielo.
"Jack intercambia a Milky-White por cinco frijoles mágicos ofrecidos por un misterioso anciano."

Capítulo 3: El Frijolar

A la mañana siguiente, Jack se despertó con una vista increíble. Un gigantesco frijolar había crecido durante la noche, alcanzando alto en las nubes. Se retorcía y giraba, sus enormes hojas resplandeciendo a la luz del sol matutino. Su madre estaba asombrada, incapaz de comprender la vista ante sus ojos.

—¡Jack, mira esto! —llamó, su enojo anterior reemplazado por asombro.

Jack salió corriendo y quedó maravillado. El anciano tenía razón; los frijoles eran realmente mágicos. Un sentido de aventura llenó el corazón de Jack mientras miraba el imponente frijolar.

—Madre, debo trepar este frijolar —dijo con determinación—. Debe haber algo maravilloso en la cima.

Su madre estaba preocupada pero vio la determinación en los ojos de Jack. Sabía que no podía detenerlo.

—Ten cuidado, mi querido hijo —dijo, abrazándolo fuertemente—. Vuelve a mí sano y salvo.

Jack besó a su madre y comenzó su ascenso. El frijolar era resistente y Jack subió cada vez más alto, el pueblo haciéndose más pequeño debajo de él. Trepó durante lo que parecían horas, pasando por las nubes hasta que finalmente llegó a la cima.

Capítulo 4: La Tierra de los Gigantes

En la cima del frijolar, Jack se encontró en una tierra extraña. El aire era fresco y nítido, y el paisaje era diferente a todo lo que había visto antes. Campos verdes y exuberantes se extendían ante él, salpicados de flores de todos los colores. El cielo era de un azul más profundo y las nubes parecían casi tangibles.

Jack caminó por esta tierra mágica, maravillado por su belleza. Después de un tiempo, llegó a un magnífico castillo. Sus torres imponentes alcanzaban el cielo y las paredes estaban adornadas con intrincados grabados. Hambriento y cansado por la escalada, Jack se acercó a la puerta del castillo y llamó.

Una gigante abrió la puerta y miró a Jack desde arriba. Era una mujer grande, pero su rostro tenía una expresión amable y gentil.

—¿Qué deseas, pequeño? —preguntó con una voz ronca pero maternal.

—Por favor, señora, tengo hambre y estoy perdido. ¿Podría darme algo para comer? —suplicó Jack, mirándola con ojos esperanzados.

La gigante, conmovida por su situación, lo invitó a entrar. Le dio una comida abundante de pan, queso y leche. Mientras Jack comía, no pudo evitar sentirse agradecido por su bondad.

—Debes esconderte —dijo de repente, su expresión volviéndose seria—. Mi esposo es un gigante temible y no le gustan los extraños.

Rápidamente, escondió a Jack en el horno justo cuando su esposo, un gigantón de voz atronadora, entró al castillo.

La gigantesca planta de frijoles que crece fuera de la ventana de Jack, alcanzando altas cotas en el cielo.
Jack se despierta y encuentra un enorme tallo de frijol que se eleva hasta las nubes.

Capítulo 5: El Gigante y sus Tesoros

—¡Fee-fi-fo-fum, huelo la sangre de un inglés! —rugió el gigante al entrar—. ¡Viva o muerto, ¡moleré sus huesos para hacer mi pan!

Aterrorizado, Jack se acurrucó en su escondite. La gigante aseguró a su esposo que no había ningún chico en el castillo, y él finalmente se tranquilizó para contar su oro. Jack miró a través de una grieta en la puerta del horno, observando cómo el gigante sacaba una gran bolsa de monedas de oro.

—Estos son mis tesoros —se jactó el gigante, su voz resonando por el castillo. Vertió las monedas de oro sobre la mesa, el sonido del metal tintineando llenando el aire. Después de contar su oro, el gigante se cansó y se quedó dormido, sus ronquidos resonando como truenos.

Aprovechando la oportunidad, Jack salió sigilosamente de su escondite y se acercó a la mesa de puntillas. Su corazón latía con fuerza mientras agarraba una bolsa de oro y se dirigía hacia la puerta. Con una última mirada al gigante dormido, Jack huyó del castillo y descendió por el frijolar lo más rápido que pudo.

La madre de Jack estaba exultante cuando regresó con el oro. Usaron el dinero para comprar comida y otras necesidades, y por un tiempo, vivieron cómodamente. Pero Jack no podía dejar de pensar en la tierra mágica sobre las nubes.

Capítulo 6: El Ganso y el Arpa

La curiosidad de Jack pudo más y decidió trepar el frijolar una vez más. Quería ver qué otros tesoros podría tener el gigante. Una mañana temprano, partió nuevamente, subiendo al frijolar con determinación. Cuando llegó a la cima, se dirigió al castillo y llamó a la puerta.

La gigante lo reconoció y suspiró.

—Has vuelto de nuevo, ¿verdad? —preguntó—. Mi esposo se enfurecerá si te encuentra aquí.

—Por favor, señora, prometo que tendré cuidado —suplicó Jack—. Solo necesito algo para comer.

La gigante a regañadientes lo dejó entrar y le dio algo de comida. Esta vez, Jack se escondió en una olla grande mientras el gigante regresaba a casa.

—¡Fee-fi-fo-fum, huelo la sangre de un inglés! —bramó el gigante—. ¡Viva o muerto, ¡moleré sus huesos para hacer mi pan!

Una vez más, la gigante aseguró a su esposo que no había ningún chico en el castillo. El gigante gruñó pero finalmente sacó un ganso con plumas brillantes.

—Pon —ordenó, y el ganso puso un huevo de oro.

Jack observó asombrado, sus ojos abiertos de par en par. Sabía que tenía que tener el ganso. Cuando el gigante se quedó dormido, Jack salió sigilosamente de su escondite y tomó suavemente al ganso. Corrió fuera del castillo y descendió por el frijolar, el ganso asegurado bajo su brazo.

Al llegar a casa, Jack mostró a su madre el huevo de oro. Estaban asombrados por la habilidad del ganso para poner huevos de oro, y su riqueza creció aún más. Pero la curiosidad de Jack aún no estaba satisfecha.

Jack se esconde en el castillo del gigante mientras el gigante cuenta su oro.
ack se esconde mientras el gigante cuenta su oro, esperando una oportunidad para robarlo.

Capítulo 7: El Arpa

Por tercera vez, Jack trepó al frijolar. Estaba decidido a descubrir todos los secretos del castillo del gigante. Cuando llegó a la cima, encontró a la gigante más renuente a dejarlo entrar.

—Estás abusando de tu suerte, joven —advirtió—. Mi esposo seguramente te atrapará esta vez.

—Por favor, solo una comida más —rogó Jack—. Prometo que será la última vez.

La gigante suspiró pero finalmente cedió. Dejó entrar a Jack y le dio de comer una vez más. Esta vez, Jack se escondió detrás de una gran cortina mientras el gigante regresaba a casa.

—¡Fee-fi-fo-fum, huelo la sangre de un inglés! —rugió el gigante—. ¡Viva o muerto, ¡moleré sus huesos para hacer mi pan!

La gigante, una vez más, convenció a su esposo de que no había ningún chico en el castillo. El gigante gruñó y se sentó con su último tesoro: un hermoso arpa que podía tocar música por sí sola.

—Toca —ordenó el gigante, y el arpa comenzó a tocar la música más dulce que Jack había escuchado. Las cuerdas del arpa se movían graciosamente, llenando el castillo con melodías encantadoras. Jack quedó hipnotizado y sabía que tenía que tener el arpa.

Cuando el gigante se quedó dormido, Jack alcanzó cuidadosamente el arpa. Pero en cuanto la tocó, el arpa gritó:

—¡Dueño, dueño! —despertando al gigante.

Capítulo 8: La Gran Carrera

Jack corrió por su vida, con el gigante retumbando detrás de él.

—¡Esta vez no escaparás! —bramó el gigante, sus pasos sacudiendo el suelo.

Jack descendió corriendo por el frijolar, sujetando fuertemente el arpa. El gigante estaba justo detrás de él, sus enormes manos tratando de atraparlo.

Al acercarse al suelo, Jack gritó:

—¡Madre, tráeme el hacha!

Su madre, al ver al gigante descendiendo por el frijolar, se apresuró a traer el hacha. Jack comenzó a cortar el frijolar con todas sus fuerzas. El frijolar se balanceaba y crujía, pero el gigante se acercaba cada vez más.

Con un último y poderoso golpe, Jack cortó el frijolar. El gigante cayó, estrellándose contra el suelo con un estruendoso rumor. La tierra tembló y el gigante yacía inmóvil, derrotado.

Jack cortando la planta de frijoles mientras el gigante desciende.
Jack corta la planta de frijoles, haciendo que el gigante caiga y salva a su aldea.

Capítulo 9: Un Nuevo Comienzo

Con los tesoros del gigante —el oro, el ganso y el arpa— Jack y su madre nunca más tuvieron que preocuparse por el dinero. Usaron su nueva riqueza para ayudar a los habitantes del pueblo, que siempre los habían apoyado en sus tiempos de necesidad. La madre de Jack usó el oro para reconstruir su hogar y proveer a la comunidad, asegurándose de que todos tuvieran suficiente para comer.

Jack se convirtió en un héroe en el pueblo, conocido por su valentía e ingenio. Era respetado y admirado por todos. A medida que crecía, continuó usando su riqueza e influencia para ayudar a quienes lo necesitaban, convirtiéndose en una figura querida en el pueblo.

El ganso de oro continuó poniendo sus huevos de oro, proporcionando una fuente constante de ingresos. El arpa mágica llenaba su hogar con música hermosa, trayendo alegría a sus vidas. La madre de Jack, antes agobiada por la preocupación y las dificultades, ahora vivía una vida de comodidad y felicidad.

Capítulo 10: El Legado del Frijolar

Años más tarde, Jack se casó y tuvo sus propios hijos. Les contó la historia del frijolar, el gigante y los tesoros mágicos. Sus hijos escuchaban asombrados, con los ojos abiertos de par en par mientras imaginaban las aventuras que su padre había vivido.

La historia de Jack y el Frijolar se convirtió en una leyenda en el pueblo, transmitida de generación en generación. La valentía e ingenio de Jack fueron celebrados, y sus aventuras fueron contadas y recontadas por narradores, asegurando que el cuento nunca se olvidara.

Jack y su madre vivieron felices para siempre, sus vidas cambiadas para siempre por la magia del frijolar. El pueblo prosperó, y el legado de la aventura de Jack perduró, inspirando a futuras generaciones a ser valientes, ingeniosas y amables.

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Louise

feb. 26, 2025
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Thanks for sharing the Jack in the Beanstalk story. It's just the most beautiful version and illustrations.

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