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Guardián de las Ruinas de Gran Zimbabue
As the sun sets over the Great Zimbabwe Ruins, young archaeologist Nyasha stands at the edge of history, unaware that she is about to uncover a destiny far greater than she ever imagined.

Acerca de la historia: Guardián de las Ruinas de Gran Zimbabue es un Leyenda de zimbabwe ambientado en el Antiguo. Este relato Descriptivo explora temas de Valentía y es adecuado para Jóvenes. Ofrece Histórico perspectivas. Un reino olvidado, un poder antiguo y una batalla por salvar la historia misma.

Las Ruinas de Gran Zimbabue

Las Ruinas de Gran Zimbabue, erigiéndose como antiguos centinelas de un imperio olvidado, susurran secretos al viento. Durante siglos, sus muros de piedra han resguardado la historia de una civilización que una vez prosperó, un reino rico en poder, conocimiento y misterio.

Para muchos, no son más que vestigios del pasado: majestuosas, impresionantes, pero silenciosas.

Pero Nyasha sabía algo diferente.

Desde niña, las ruinas la habían llamado. Creció escuchando las historias de su abuela sobre el Reino Munhumutapa y los espíritus sagrados que aún vagaban por las ruinas. Al crecer, se dedicó a la arqueología, decidida a descubrir las verdades enterradas bajo el tiempo.

Lo que no sabía era que la historia no era solo algo para estudiar.

Estaba viva.

Y la estaba esperando.

El Llamado

El sol se hundía sobre las Ruinas de Gran Zimbabue, proyectando largas sombras sobre los antiguos muros de piedra. El aire estaba cargado con el aroma de tierra seca, y los sonidos lejanos de aves llamándose resonaban sobre las colinas.

Nyasha se arrodilló junto a una columna derruida, cepillando cuidadosamente capas de polvo de una intrincada talla. Sus dedos recorrían los símbolos y, por un breve momento, sintió algo: un pulso bajo la piedra.

Un zumbido profundo, casi imperceptible.

“Nyasha”, llamó una voz familiar detrás de ella.

Se giró y vio a Tariro, su mejor amigo y compañero investigador, de pie con una tabla de notas. Sus gafas estaban ligeramente desviadas y llevaba la sonrisa forzada que reservaba para los momentos en que pensaba que ella estaba perdida en uno de sus "soñadores sobrenaturales".

“Has estado mirando esa roca un rato”, bromeó. “¿Has encontrado algún tesoro escondido?”

Nyasha exhaló, sacudiendo la cabeza. “No. Pero algo se siente... diferente hoy.”

Tariro sonrió con malicia. “Todo te parece diferente. Siempre estás buscando fantasmas.”

Antes de que pudiera responder, una ráfaga de viento repentina recorrió las ruinas, levantando el polvo fino del suelo. Era fuerte, antinatural, como si algo invisible hubiera pasado justo a través de ellos.

Y entonces, lo oyó.

Un susurro.

Era débil, apenas un suspiro contra el viento, pero llamaba su nombre.

“Nyasha...”

Se tensó.

Tariro no parecía haberlo escuchado. Continuó hojeando sus notas, ajeno al escalofrío que le recorría la columna vertebral.

“¿Oíste eso?” preguntó ella.

“¿Oír qué?”

Tragó saliva con fuerza. “Nada... No importa.”

Pero en el fondo, sabía que las ruinas habían hablado.

Y la estaban esperando.

Esa noche, mientras yacía en su tienda, no pudo dormir. El susurro resonaba en su mente, repitiéndose una y otra vez.

Luego, el viento cambió.

Algo afuera se movió.

Atraída por una fuerza invisible, Nyasha salió a las ruinas iluminadas por la luna, con el corazón latiendo con fuerza. El Gran Recinto se alzaba ante ella, antiguo e imponente. Se sintió moviéndose hacia él, incapaz de resistirse.

Y entonces lo vio.

Una figura se erguía en las sombras, alta e inmóvil. Sus ojos brillaban tenuemente en la luz tenue, y su presencia le heló la sangre.

“Has sido elegida”, dijo la figura, con voz profunda y dominante.

Nyasha dio un paso atrás. “¿Elegida para qué?”

El hombre levantó la mano y, de repente, las ruinas a su alrededor cambiaron.

Ya no estaba en una ciudad rota del pasado.

Estaba en el pasado mismo.

Nyasha, vestida con ropa moderna, se queda fascinada ante un próspero reino antiguo de Zimbabue, guiada por una figura misteriosa envuelta en una capa.
Nyasha presencia el Reino de Gran Zimbabue en su apogeo, de pie junto a una figura misteriosa que le revela su verdadera herencia.

El Reino del Pasado

Nyasha jadeó al encontrarse en el corazón de un Gran Zimbabue vivo y palpitante.

Las ruinas habían desaparecido, reemplazadas por imponentes estructuras de piedra que brillaban bajo el sol. Los mercados bullían con comerciantes, guerreros en armadura de bronce patrullaban la ciudad, y el aire se llenaba con el rico aroma de incienso y carne asada.

Era impresionante.

La figura a su lado observaba su reacción con cuidado.

“Esto es lo que Zimbabue fue alguna vez,” dijo. “Esta es la ciudad antes de la caída.”

Se volvió hacia él, su voz apenas un susurro. “¿Quién eres tú?”

“Soy el Guardián,” respondió él. “Y ahora, tú también lo eres.”

Nyasha negó con la cabeza. “Eso es imposible. Solo soy una arqueóloga.”

Los ojos brillantes del Guardián la estudiaron. “Eres más que eso. Pertenece a esta línea de sangre. El Munhumutapa fluye por tus venas.”

Antes de que pudiera responder, una sombra repentina se cernió sobre la ciudad.

El cielo se oscureció y el viento aulló.

Una presencia terrible se cernía sobre el reino.

“La oscuridad se acerca,” advirtió el Guardián. “Busca consumir lo que queda.”

Nyasha sintió la energía cambiar a su alrededor, como una presión creciente.

Y entonces, tan rápido como había llegado, la visión desapareció.

Volvió a las ruinas.

Sola.

Pero el susurro permaneció.

“Debes encontrar la reliquia.”

El Paso Oculto

A la mañana siguiente, Nyasha no perdió tiempo. Siguió el llamado del susurro de regreso al Complejo de la Colina, la parte más sagrada de las ruinas.

Mientras recorría con las manos las antiguas tallas, encontró algo que no había notado antes: una inscripción, oculta bajo capas de polvo.

_“El Guardián duerme hasta que el Reino lo llama.”_

En el momento en que pronunció las palabras en voz alta, el suelo bajo sus pies tembló.

Un sonido profundo y rechinante llenó el aire mientras una piedra se movía, revelando un pasaje oscuro que conducía al subsuelo.

El corazón de Nyasha latía con fuerza.

Agarró su linterna y entró.

Nyasha extiende la mano hacia un antiguo bastón resplandeciente en una oscura cámara subterránea, mientras figuras sombrías acechan en el fondo.
En lo profundo de las ruinas, Nyasha descubre el bastón del Guardián, sin saber que fuerzas invisibles están observando cada uno de sus movimientos.

El túnel estaba fresco y húmedo, el aroma de tierra impregnaba el aire. Sus pasos resonaban mientras avanzaba más adentro, sus dedos rozando las paredes.

Entonces, lo vio.

Un pedestal se erguía en el centro de la cámara. Descansando sobre él había un bastón antiguo, con el mango intricadamente tallado en oro y marfil. Brillaba tenuemente, como si estuviera vivo.

Al alcanzarlo, el aire a su alrededor se enfrió.

Una voz siseó desde la oscuridad.

“¿Te atreves a reclamar la reliquia del Guardián?”

Una sombra se movió ante ella, formando una figura monstruosa de pura oscuridad.

“El reino ha caído,” susurró. “Y ahora, también su Guardián.”

Nyasha apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que atacara.

La Batalla por las Ruinas

Las ruinas temblaron cuando Nyasha emergió del túnel, la entidad siguiéndola de cerca.

Tariro y los otros investigadores observaron con horror atónito cómo el cielo se oscurecía.

Nyasha apretó el bastón con fuerza. Podía sentir el poder fluyendo a través de él, podía oír las voces de los ancestros susurrando en su oído.

Levantó el bastón alto, y las ruinas respondieron.

Las piedras brillaron. El suelo se movió.

Gran Zimbabue estaba vivo.

Nyasha empuña el bastón del Guardián en la batalla contra una entidad sombría, mientras las Ruinas de Gran Zimbabue brillan con un poder ancestral.
Con las ruinas despertando a su alrededor, Nyasha lucha contra una poderosa oscuridad que amenaza con borrar para siempre el legado de Zimbabue.

La entidad rugió, atacando con tentáculos de humo negro. Pero Nyasha mantuvo su posición, canalizando la energía de las ruinas.

El pasado y el presente convergieron mientras los espíritus del reino se alzaban para acompañarla.

Con una última oleada de poder, clavó el bastón en el suelo.

Las ruinas explotaron en luz.

La oscuridad gritó.

Y entonces, desapareció.

El Juramento del Guardián

Mientras los primeros rayos de sol bañaban las ruinas, Nyasha se encontraba en la cima del Complejo de la Colina, contemplando la tierra que ahora entendía que era su deber proteger.

Tariro se acercó con cautela. “Nyasha… ¿qué acaba de pasar?”

Ella sonrió, sosteniendo el bastón. “Una historia para otro momento.”

Había venido en busca de historia.

Pero la historia la había elegido a ella.

El Guardián había regresado.

Al amanecer, Nyasha se encuentra en lo alto de las ruinas con el bastón del Guardián, observando la tierra mientras Tariro lo mira con asombro.
Vencedora al amanecer, Nyasha abraza su destino como Guardiana, asegurando que el legado del Gran Zimbabwe perdure.

Fin.

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