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El Oasis de los Djinn Ocultos
Rami Al-Farid stands alone in the vast Libyan desert, deciphering an ancient map as the sun blazes above. The golden dunes stretch endlessly, mirages shimmer in the distance, and unseen whispers carry on the wind—hinting at the secrets hidden within the sands.

Acerca de la historia: El Oasis de los Djinn Ocultos es un Legend de libya ambientado en el Contemporary. Este relato Dramatic explora temas de Wisdom y es adecuado para Adults. Ofrece Moral perspectivas. Un oasis prohibido, un guardián maldito y un erudito que busca la verdad, sin importar el costo.

El desierto siempre ha sido un lugar de misterio: un vasto y cambiante océano de dunas doradas donde el tiempo mismo parece detenerse. El Desierto de Libia, uno de los paisajes más duros e implacables de la Tierra, esconde innumerables secretos bajo sus arenas. Entre ellos, una antigua leyenda susurrada de generación en generación: la leyenda de Al-Zuhra, el oasis escondido.

Las historias dicen que Al-Zuhra no es un refugio ordinario de agua y sombra. Es un lugar intacto por el mundo, oculto tanto de mapas como de viajeros, custodiado por una fuerza invisible. Algunos afirman que el oasis es un paraíso, un Edén perdido en el tiempo. Otros dicen que es una prisión, un lugar donde algo antiguo y terrible reposa bajo la superficie, esperando que los imprudentes lo despierten.

Muchos lo han buscado. Pocos han regresado.

Y aquellos que lo hicieron nunca fueron los mismos.

Esta es la historia de Rami Al-Farid, un hombre de libros y mapas, que se aventuró profundamente en el desierto en busca de Al-Zuhra. No fue el primero en buscarlo. Pero bien pudo ser el último.

Un Mapa en el Polvo

Rami no era un aventurero. No en el sentido tradicional, al menos. Era un erudito, un historiador cuya vida había transcurrido en bibliotecas y museos, estudiando el mundo antiguo a través de tinta y pergamino en lugar de experiencias de primera mano.

Pero algo acerca de la historia de Al-Zuhra siempre lo había acosado. Quizás era la mención de los Djinn, el espíritu guardián que se decía habitaba allí. Quizás era el misterio, la idea de que aún podría haber algo desconocido en un mundo que había sido mapeado y medido hasta el último grano de arena.

Cuando encontró el pergamino, supo que debía seguir a donde lo llevaba.

El mapa era antiguo, quebradizo por la edad, la tinta desvanecida pero aún legible. Había pasado por muchas manos, cada propietario afirmando haber fracasado en su intento de encontrar el oasis. Pero Rami estaba convencido de que todos habían malinterpretado las pistas. Pasó meses descifrando los símbolos, siguiendo rutas comerciales olvidadas y consultando con nómadas del desierto.

Y finalmente, encontró a un hombre que podía llevarlo allí.

Su nombre era Ibrahim, un guía tuareg que había pasado su vida navegando por el desierto. Era viejo, su rostro surcado por años de viento y sol, sus ojos oscuros y llenos de secretos. Cuando Rami le mostró el mapa, Ibrahim solo suspiró.

*"No quieres ir allí, amigo mío."*

*"¿Sabes dónde está?"* presionó Rami.

Ibrahim dudó antes de asentir. *"He visto cosas. No con mis propios ojos, sino en las historias de mi gente. No vamos allí. El desierto no está hecho para ser conquistado."*

Pero el oro habla más fuerte que el miedo. Y así, tras mucha persuasión, Ibrahim accedió a guiarlo.

Su viaje comenzó al amanecer.

Hacia las Tierras Desoladas

El desierto los engulló por completo.

Pasaron días en una extensión interminable de arena y sol. El calor era implacable, presionando sobre ellos como una gran entidad viva. Las noches eran amargamente frías, el viento aullando como espíritus invisibles que lloran en la oscuridad.

Rami mantenía los ojos en el mapa, trazando su camino con cuidadosa precisión. Pero a medida que se adentraban más, algo extraño comenzó a suceder.

La tierra empezó a sentirse... mal.

Las dunas se desplazaban de maneras que no parecían naturales. Los puntos de referencia desaparecían de la noche a la mañana. Las sombras se estiraban demasiado bajo la luz de la luna.

En la cuarta noche, Rami despertó con susurros.

No eran el viento. No el crujido de las dunas.

Voces.

Suaves, indistintas, hablando en un idioma que no podía entender.

*"Ibrahim,"* susurró. *"¿Escuchas eso?"*

El viejo guía se sentó lentamente, su rostro inexpresivo.

*"Sí."*

No durmió el resto de la noche.

El Oasis Revelado

Un oasis oculto en el desierto libio, rodeado de exuberantes palmeras y agua cristalina, envuelto en un silencio inquietante sin señales de vida.
Una oasis oculta emerge de las arenas del desierto, un paraíso imposible e intacto por el paso del tiempo. Sin embargo, hay algo inquietante en su quietud.

Al sexto día, les quedaba poca agua.

Rami había comenzado a preguntarse si el mapa no los había llevado a nada, si Al-Zuhra no era más que una historia. Pero entonces, justo cuando el sol se estaba ocultando detrás de las dunas, Ibrahim se detuvo.

Y señaló.

Más allá de la próxima cresta, allí estaba.

Una vista imposible.

Un valle escondido entre las dunas, exuberante de vegetación, con el sonido de agua corriendo que se llevaba en el aire. Palmeras altas y orgullosas, sus hojas meciéndose a pesar de la quietud del viento. El oasis brillaba, el agua más clara de lo que Rami había visto jamás.

Pero algo estaba mal.

No había pájaros. Ni insectos. Ningún sonido excepto el agua.

Ibrahim dio un paso atrás. *"Lo hemos encontrado. Pero no debemos entrar."*

Rami ya se estaba moviendo hacia adelante.

La Advertencia del Djinn

En el momento en que Rami pisó el oasis, la temperatura bajó.

Un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras miraba alrededor. El aire se sentía más denso, como si el mismo suelo resistiera su presencia.

Entonces lo vio.

Una figura parada al borde del lago.

Una figura enmascarada con ojos ámbar brillantes se encuentra al borde del oasis, irradiando una presencia inquietante y ancestral.
El guardián de la oasis se revela—una figura enigmática con ojos como fuego. Su presencia resuena con un poder ancestral, un aviso que permanece sin ser pronunciado.

Envuelta en negro fluido, inmóvil, observando.

*"¿Quién eres?"* llamó Rami.

La figura levantó la cabeza. Ojos como ámbar ardiente lo encontraron.

*"Buscas conocimiento,"* dijo. La voz era profunda, antigua, un sonido que no pertenecía al mundo de los hombres. *"Pero el conocimiento tiene un precio."*

Rami tragó saliva. *"¿Eres el guardián de este lugar?"*

La figura rió suavemente. Un sonido como arena moviéndose.

*"Soy su prisionero. Y tú pronto podrías serlo también."*

La Verdad Prohibida

Rami Al-Farid lucha mientras oscuros tentáculos de sombra surgen del suelo, atándolo en la inquietante oásis mientras el Djinn observa.
La oasis revela su verdadera naturaleza. Las sombras se enrollan alrededor de Rami, arrastrándolo más profundo en su maldición. El Djinn observa, su expresión imperturbable.

El Djinn contó su historia a Rami.

Hace mucho tiempo, un poderoso hechicero lo había engañado, atándolo al oasis y obligándolo a guardar el conocimiento escondido allí. El oasis no era solo una fuente de agua, sino un depósito de secretos olvidados, civilizaciones perdidas y sabiduría prohibida.

Y era una trampa.

Aquellos que venían en busca de conocimiento nunca se iban. No como eran.

Mientras el Djinn hablaba, Rami sintió algo cambiar. Su cuerpo se volvía más pesado. Sus pensamientos se ralentizaban, su mente se llenaba de susurros: voces infinitas, hablando en mil lenguas.

Ahora lo entendía.

El propio oasis era la maldición.

Y lo estaba atrayendo.

Escapar o Quedar Atrapar

Rami se giró y corrió.

Los susurros gritaban en sus oídos. El suelo parecía moverse bajo sus pies, el oasis oscureciéndose, el agua volviéndose negra.

Ibrahim lo estaba esperando al borde. *"¡CORRE!"*

Huyeron.

En el momento en que cruzaron el umbral, el oasis desapareció, como un espejismo que se disuelve en el aire.

Todo lo que quedó fue arena.

El Precio del Conocimiento

Rami e Ibrahim huyen a través del desierto mientras el oasis se desdibuja tras ellos, con dunas doradas que se extienden sin fin bajo el sol naciente.
La ilusión se quiebra: Al-Zuhra desaparece como un espejismo. Rami e Ibrahim escapan, pero los susurros de la oasis siguen acechando al viento.

Rami nunca habló de lo que había aprendido.

Incluso después de regresar a la civilización, los susurros nunca lo dejaron realmente. Sus noches estaban llenas de sueños con ojos dorados en la oscuridad, de agua que no era agua, de conocimientos que nunca debieron ser conocidos.

Y a veces, cuando el viento aullaba por las calles de Trípoli, todavía podía oír que llamaban su nombre.

Porque el oasis todavía estaba allí.

Esperando.

Para el próximo buscador que no pudiera resistir el llamado de lo desconocido.

Fin.

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