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Acerca de la historia: El Cuento de Pele y el Volcán es un Myth de united-states ambientado en el Ancient. Este relato Dramatic explora temas de Nature y es adecuado para All Ages. Ofrece Cultural perspectivas. El viaje de creación, destrucción y amor de la diosa volcánica Pele.
Había una vez, en las exuberantes y ondulantes colinas y los cráteres volcánicos de Hawái, una tierra llena de magia. Este archipiélago de islas, rodeado por las azules aguas del Océano Pacífico, no solo era hermoso, sino también un lugar donde los antiguos dioses y diosas vagaban libremente. En el centro de esta rica mitología estaba Pele, la diosa del fuego, el relámpago, el viento y los volcanes. Su presencia era tan volátil e impresionante como la tierra que gobernaba, moldeando las islas con su furia ardiente y su tierna creación.
Se decía que Pele había llegado a Hawái desde muy lejos, viajando desde la tierra mítica de Kahiki. Impulsada por su insaciable deseo de crear y controlar, se estableció en las islas, donde encontró el lugar perfecto para desatar su poder: los cráteres de lava del Mauna Loa y Kilauea. Los volcanes se convirtieron en su hogar y, con cada erupción, daba vida a la tierra, extendiendo su alcance con ríos de lava fundida. Aquí es donde comienza su historia, en las laderas de Kilauea, donde el fuego y la tierra se encuentran, y el equilibrio entre la creación y la destrucción se mantiene precariamente.
La leyenda de Pele no es solo la historia de una diosa, sino la historia de la tierra misma, un relato de pasión, celos, amor y traición que ha resonado a lo largo de los siglos. Y así se cuenta que Pele, con su temperamento ardiente y su corazón fiero, moldeó las islas de Hawái no solo con sus llamas, sino con sus emociones tumultuosas.
El viaje de Pele a Hawái comenzó al otro lado del océano, donde vivía con su familia en la tierra mística de Kahiki. Era una de los muchos hijos de la diosa de la Tierra Haumea y el dios del cielo Kane Milohai. Aunque sus hermanos eran numerosos, la relación de Pele con ellos estaba tensada, particularmente con su hermana Namaka, la diosa del mar. La rivalidad entre las hermanas era profunda y amarga, ya que Namaka veía el poder del fuego de Pele como una amenaza para su dominio sobre el océano. La discordia entre Pele y Namaka estalló un día fatídico cuando Pele, impulsada por su deseo de crear y su impaciencia, cavó un agujero profundo en la tierra, liberando fuego desde el corazón de la tierra. Las llamas calcinaban los bosques y causaban devastación en el amado mar de Namaka, enviando vapor y agua hirviendo al cielo. Furiosa por la imprudencia de Pele, Namaka respondió con olas enormes, ahogando el fuego y causando estragos en la costa. Su conflicto ya no podía ser contenido. Namaka, enfurecida más allá de la razón, atacó directamente a Pele, forzándola a huir de Kahiki. Guiada por su deseo de encontrar una tierra donde pudiera desatar sus poderes sin interferencias, Pele zarpó a través del océano, acompañada por sus hermanos, incluida su amada hermana Hi’iaka, la diosa del hula y la danza. El viaje fue peligroso, ya que Namaka las perseguía implacablemente, decidida a extinguir las llamas de Pele de una vez por todas. Mientras Pele atravesaba el océano, buscaba un lugar donde su poder pudiera liberarse y donde pudiera crear un nuevo hogar. Isla tras isla, cavaba en la tierra, intentando crear su dominio ardiente, pero las olas de Namaka la seguían, apagando sus llamas antes de que pudieran echar raíces. Finalmente, Pele llegó a las islas de Hawái, donde encontró una tierra rica en espíritu y llena de posibilidades. Los primeros intentos de Pele por asentarse encontraron desafíos. En la isla de Kauai, cavó profundamente en la tierra, tratando de formar un cráter donde pudiera residir, pero Namaka la encontró y envió torrentes de agua para ahogar las llamas. Pele se vio obligada a huir una vez más, su espíritu ardiente sin amedrentarse pero cada vez más frustrado por la interferencia de su hermana. No fue hasta que Pele llegó a la isla de Hawái, la más grande de las islas, que encontró un lugar donde su poder podía florecer. Aquí, descubrió los grandes volcanes de Mauna Loa y Kilauea, picos imponentes que se alzaban hacia el cielo, ofreciéndole el lugar perfecto para canalizar su inmenso poder. Finalmente, cavó profundamente en el corazón de Kilauea, liberando ríos de lava que fluían por las laderas de la montaña, creando nueva tierra al encontrarse con el mar. Las olas de Namaka aún intentaban apagar las llamas de Pele, pero la diosa del fuego finalmente había encontrado una tierra donde su poder no tenía igual. Con cada erupción, expandía las islas, construyendo la misma tierra bajo los pies de la gente. La lava creaba suelo fértil, lo que permitía que la vida floreciera tras la destrucción. El fuego de Pele se convirtió en una fuerza de creación y destrucción, moldeando las islas a su imagen. Aunque había encontrado su hogar, la relación de Pele con sus hermanos seguía siendo complicada. Hi’iaka, su amada hermana menor, a menudo se mantenía a su lado, ayudando a calmar su temperamento ardiente. Las dos hermanas compartían un vínculo inquebrantable, y la naturaleza gentil de Hi’iaka a menudo calmaba las emociones más volátiles de Pele. Juntas, equilibraban los poderes de cada una: Pele, con su fuego y destrucción, y Hi’iaka, con su danza y creación. Sin embargo, no todas las relaciones de Pele eran pacíficas. Su rivalidad con Namaka hervía bajo la superficie, y sus conflictos continuarían durante años, con las olas de Namaka chocando contra la lava de Pele, una batalla constante entre el fuego y el agua que moldearía el paisaje de Hawái para siempre. El poder de Pele no solo residía en sus llamas, sino también en sus pasiones. Era una diosa de emociones intensas, y sus romances eran tan legendarios como sus erupciones volcánicas. Entre sus muchos amantes, el más famoso fue el apuesto jefe Lohiau, que vivía en la isla de Kauai. Pele se enamoró de él después de verlo en sus sueños, y envió a su hermana Hi’iaka a traerlo desde Kauai para que estuviera con ella. Hi’iaka, siempre leal a su hermana, emprendió el peligroso viaje, pero la petición de Pele no estaba exenta de peril. Pele hizo que Hi’iaka prometiera que ella misma no se enamoraría de Lohiau, un voto que pondría a prueba los lazos de la hermandad. {{{_03}}} Mientras Hi’iaka viajaba a través de las islas, enfrentó muchos desafíos, pero se mantuvo firme en su misión. En el camino, revivió a Lohiau de la muerte, ya que el jefe había perecido en su ausencia. Cuando Hi’iaka devolvió la vida a Lohiau, su vínculo se fortaleció, y aunque trató de mantener su voto, ambas desarrollaron profundos sentimientos el uno por el otro. Sin que lo supieran, Pele observaba su creciente afecto desde lejos, su celosía avivándose como los fuegos dentro de Kilauea. Cuando Hi’iaka y Lohiau finalmente regresaron con Pele, los celos de la diosa estallaron. Enfurecida por lo que percibía como una traición, Pele desató su furia, haciendo que Kilauea entrara en erupción violentamente. La lava fluía de la montaña, destruyendo todo a su paso, incluido un sagrado bosque de árboles lehua que Hi’iaka había plantado en memoria de su hermandad. Afligida y con el corazón destrozado, Hi’iaka enfrentó la ira de su hermana, pero se negó a dejar que la furia de Pele destruyera su amor por Lohiau. Al final, la ira de Pele disminuyó y permitió que Hi’iaka y Lohiau estuvieran juntos, aunque las cicatrices de su conflicto permanecerían. Aunque la historia de Pele es una de fuego y pasión, también es una historia de creación. Las llamas de la diosa, aunque destructivas, son la fuente de vida para las islas de Hawái. Con cada erupción, se forma nueva tierra, y el ciclo de destrucción y renovación continúa. El poder de Pele está siempre presente, recordando las fuerzas que moldearon las islas y que continúan dándoles forma hoy en día. {{{_04}}} Hasta el día de hoy, Pele es honrada y reverenciada por el pueblo de Hawái. Su presencia se siente en los retumbos de la tierra y en la lava brillante que fluye de Kilauea. Aún se le hacen ofrendas, y se dice que su espíritu deambula por las islas, cuidando la tierra que creó con su aliento ardiente. El legado de Pele no es solo de destrucción, sino de equilibrio. Las islas de Hawái son un testamento de su poder: las exuberantes selvas tropicales, los campos fértiles y los imponentes volcanes deben su existencia a ella. Las personas que viven en las islas saben que, aunque la ira de Pele puede ser aterradora, también es necesaria para la renovación de la tierra. Y así, la historia de Pele y los volcanes de Hawái continúa, un relato de pasión, creación y el delicado equilibrio entre el fuego y el agua, la destrucción y la vida. La llama de Pele arde eterna, un faro de las fuerzas que moldean el mundo.La Llegada de Pele
La Creación de las Islas
Los Amantes y las Traiciones de Pele
La Llama Eterna de Pele