6 min

El astuto conejo y el cocodrilo
A stunning riverside scene at dawn, where the clever hare Kwaku boldly faces the mighty crocodile Nyamekye. The jungle animals watch in anticipation as the challenge between wit and strength begins.

Acerca de la historia: El astuto conejo y el cocodrilo es un Folktale de ghana ambientado en el Ancient. Este relato Humorous explora temas de Wisdom y es adecuado para All Ages. Ofrece Moral perspectivas. Una astuta liebre engaña a un poderoso cocodrilo en una batalla de ingenio y sabiduría.

Hace mucho tiempo, en el corazón de Ghana, donde fluían los grandes ríos y los bosques se extendían ampliamente, vivía una pequeña pero astuta liebre llamada Kwaku. No era la más fuerte, ni la más rápida, pero era, sin duda, el animal más inteligente de la tierra. Su mente era tan afilada como la lanza de un cazador, y su lengua podía tejer palabras como un hábil narrador.

Sin embargo, el río estaba gobernado por otro tipo de criatura: Nyamekye, el gran cocodrilo. Su cuerpo estaba blindado con gruesas escamas, sus mandíbulas eran lo suficientemente poderosas como para romper huesos, y su presencia infundía miedo en todos los animales que se atrevían a acercarse a la orilla del agua. Nadie cuestionaba su dominio sobre el río, pues ¿quién se atrevería a desafiar a tal bestia?

Bueno... excepto Kwaku.

Un día, Kwaku escuchó por casualidad a un grupo de antílopes asustados susurrando bajo un gran baobab.

“El cocodrilo está cazando demasiado cerca de la orilla”, dijo uno.

“Está llegando a ser peligroso siquiera beber agua”, añadió otro.

Las orejas de Kwaku temblaron mientras escuchaba. Sonrió para sí mismo. "Parece", pensó, "que es hora de que le dé una lección al viejo Nyamekye."

Con eso, Kwaku saltó hacia la orilla del río, listo para hacer lo que mejor sabía hacer: engañar.

Comienza el Desafío

Kwaku se puso en la fangosa orilla del río, sus ojos agudos escaneando el agua tranquila. Sabía que Nyamekye se ocultaba bajo la superficie, esperando, observando. Entonces, llamó con una voz fuerte y confiada:

“¡Nyamekye, gran rey del río, te convoco!”

Por un momento, hubo silencio. Luego, el agua onduló y lentamente, la masiva cabeza del cocodrilo emergió sobre la superficie. Sus ojos amarillos brillaban mientras fijaban su mirada en la pequeña liebre.

“¿Me convocas *a mí*?” gruñó Nyamekye, su voz profunda retumbando como un trueno distante.

“En efecto, lo hago”, respondió Kwaku con suavidad. “He oído hablar de tu gran fuerza, pero dime, ¿eres tan poderoso como dicen?”

El orgullo de Nyamekye se hinchó. “¡Soy el más fuerte de este río, pequeño. Ninguna criatura puede igualarme!”

Kwaku sonrió con suficiencia. “Ah, pero la fuerza por sí sola no es suficiente, amigo mío. La inteligencia es la verdadera señal de un líder. Dime, ¿estarías dispuesto a probar tu fuerza en un desafío contra mí?”

Nyamekye se burló. “¿Tú? ¿Una pequeña liebre? Nunca podrías vencerme.”

“Entonces no tienes nada que perder al aceptar,” dijo Kwaku, con sus ojos brillando.

Nyamekye dudó por un momento y finalmente gruñó: “Está bien. Acepto tu desafío. Pero te advierto, liebre, no pierdo.”

Kwaku sonrió. “Ya lo veremos.”

El Primer Truco

A la mañana siguiente, mientras el sol se alzaba sobre la tierra, Kwaku llegó a la orilla del río llevando un manojo de fuertes enredaderas. Encontró a Nyamekye esperando, con su colosal cola descansando en las aguas poco profundas.

“Nuestro primer desafío es simple,” anunció Kwaku. “Te ataré, y si puedes liberarte, ganas tú.”

Nyamekye rió, un sonido profundo y retumbante. “¡Eso es demasiado fácil!”

Kwaku solo sonrió y se puso a trabajar. Enrolló las enredaderas alrededor de las gruesas extremidades de Nyamekye, retorciéndolas firmemente. Las pasó por la amplia espalda del cocodrilo, aseguró su masiva cola y ató nudos cuidadosos alrededor de su hocico escamoso. Con cada vuelta, tiró de las enredaderas hasta que Nyamekye apenas podía moverse.

“Ahora,” dijo Kwaku, retrocediendo, “libérate.”

Nyamekye flexionó sus músculos y agitó su cola, pero las enredaderas se mantenían firmes. Giró y sacudió, pero los nudos solo se apretaron. Cuanto más luchaba, más enredado se volvía.

Los animales se reunieron alrededor, observando con diversión mientras el poderoso cocodrilo no lograba escapar.

Finalmente, Nyamekye cayó derrotado. “Bien, ganas esta ronda,” gruñó.

Kwaku sonrió. “Una lección para ti, amigo mío— a veces, las cosas más pequeñas pueden ser las más fuertes.”

Una liebre se encuentra de pie con confianza cerca de un cocodrilo atado, sujetado con fuertes lianas, mientras los animales de la selva observan con sorpresa.
Kwaku ata a Nyamekye con lianas, demostrando que incluso la criatura más poderosa puede ser contenida con inteligencia y astucia.

La Carrera del Río

Al día siguiente, Nyamekye estaba decidido a ganar. Se encontró con Kwaku en el río, sus ojos dorados llenos de desafío.

“Esta vez,” declaró, “¡*YO* elegiré la prueba! Competiremos en una carrera a través del río. Veamos si tus trucos te pueden ayudar ahora.”

Kwaku asintió. “Muy bien. Al conteo de tres, comenzamos.”

Nyamekye se deslizó en el agua, su masiva cola moviéndose con fuerza. Kwaku, sin embargo, permaneció en la orilla.

“¡Uno… dos… tres!”

Nyamekye avanzó, cortando el agua con poderosas brazadas. Estaba a medio camino cuando Kwaku de repente llamó:

“¡Espera, espera! ¡No estaba listo!”

Nyamekye se detuvo y giró. “¿Y ahora qué?”

“No es justo,” dijo Kwaku. “Estás hecho para el agua, y yo no. Déjame montar en tu espalda para que podamos hacer una verdadera prueba de velocidad.”

Nyamekye, ansioso por demostrar su velocidad, accedió. “Entonces, sube.”

Kwaku saltó a la espalda del cocodrilo, se acomodó cómodamente y dijo: “¡Ahora ve!”

Nyamekye nadó furiosamente, alcanzando rápidamente el otro lado. Tan pronto como llegaron, Kwaku saltó y se estiró.

“¡Gané!” declaró.

Nyamekye parpadeó confundido. “¡Pero yo hice todo el trabajo!”

“Ah,” dijo Kwaku, “pero cruzé el río sin mover un músculo. Eso, mi amigo, es la verdadera victoria.”

Los animales en la orilla estallaron en carcajadas.

Un cocodrilo nada con fuerza a través del río, llevando a un conejo relajado sentado sobre su espalda, mientras los animales de la selva observan desde la orilla.
Nyamekye corre a través del río, sin saber que Kwaku está montando en su espalda con total facilidad, burlándose de él una vez más.

El Truco Final

Nyamekye se enojaba cada vez más con cada derrota. ¡Era un cocodrilo poderoso! ¿Cómo podía perder ante una simple liebre?

“Esta vez,” gruñó, “no habrá trucos. Debes colocar tu pata dentro de mi boca y sacarla antes de que pueda morder.”

Los animales jadearon.

Kwaku, sin embargo, permaneció tranquilo. “Muy bien. Abre bien.”

Nyamekye abrió sus masivas mandíbulas, revelando dientes afilados que brillaban al sol. Lentamente, Kwaku colocó su pequeña pata dentro, sintiendo el calor del aliento del cocodrilo.

Antes de que Nyamekye pudiera cerrar sus mandíbulas, Kwaku habló.

“Dime, Nyamekye—¿quién es más fuerte, el poderoso cocodrilo o la astuta liebre?”

Nyamekye dudó. Si decía que él mismo, Kwaku lo llamaría mentiroso. Si admitía que la liebre era más inteligente, perdería de nuevo.

Mientras pensaba, Kwaku retiró rápidamente su pata. *¡Chas!* Las mandíbulas de Nyamekye se cerraron—pero demasiado tarde.

“¡La liebre es la más astuta!” aclamaron los animales.

Nyamekye suspiró. Había sido engañado nuevamente. Pero entonces, hizo algo inesperado: se rió.

“Muy bien, Kwaku,” dijo, sacudiendo la cabeza. “Has ganado. La inteligencia es, de hecho, mayor que la fuerza.”

Y desde ese día, Nyamekye gobernó el río con sabiduría, sin aterrorizar más a los demás animales.

Un momento tenso mientras una liebre coloca su pata dentro de las fauces abiertas de un cocodrilo, poniendo a prueba su velocidad e inteligencia en un juego arriesgado.
Kwaku se atreve a meter su pata en la boca abierta de Nyamekye, desafiando los reflejos del cocodrilo en la prueba definitiva de ingenio.

Conclusión

El cuento de *La Astuta Liebre y el Cocodrilo* nos enseña que el ingenio y la inteligencia pueden triunfar sobre la fuerza bruta. Kwaku, aunque pequeño, demostró que la astucia puede superar incluso los desafíos más grandes.

Y así, en los bosques y ríos de Ghana, los animales vivieron en armonía, recordando siempre que no es el tamaño de una criatura lo que importa, sino la agudeza de la mente.

Una liebre triunfante se encuentra sobre una roca mientras los animales de la jungla vitorean, mientras que un crocodrilo humillado observa con admiración y derrota.
Kwaku se erige victorioso mientras los animales de la selva celebran, y Nyamekye finalmente reconoce el poder de la inteligencia por encima de la fuerza.

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